Tiempo Fantasma: ¿Estamos realmente en el año 1721?

Tiempo Fantasma: ¿Estamos realmente en el año 1721?

Existe una hipótesis, conocida como hipótesis del tiempo fantasma. Según esta hipótesis, en realidad no estamos en el año 2018, sino en el 1721, debido a que existen cierta época de la historia que aparentemente nunca sucedió. Muchos descartan la hipótesis como teoría conspiratoria, pero existen algunas evidencias a favor.

La hipótesis del tiempo fantasma

El historiador alemán Herbert, fue el autor de esta hipótesis, de acuerdo con este personaje, los sucesos ocurridos entre los años 614 y 911 nunca existieron en realidad, por lo tanto, todos estos años serían producto de una falsificación o malinterpretación de los hechos históricos reales.

Una de las causas que se sugieren, es que figuras como los emperadores Otto II y Constantino VII y el papa Silvestre II, intentaban de alguna manera estar relacionados con el número 1000, dado que el milenio era una fecha muy significativa para todo el mundo. Por tal motivo, modificaron los calendarios y agregaron estos años que en realidad nunca transcurrieron.

Evidencias a favor

Los defensores de esta postura, aseguran que no existe suficiente evidencia arqueológica que apoye la veracidad de los hechos en estos años, de los cuales, conocemos únicamente debido a fuentes escritas. Sin embargo, los estos investigadores, afirman que dichos escritos se realizaron tiempo después de que ocurrieran tales eventos.

Así, indican que estos habrían sido tergiversados. Además, se habla de documentos falsificados, estancamiento artístico y la desincronización del calendario.

Evidencias en contra

Por otro lado, los detractores de esta hipótesis, atacan diciendo que la misma es eurocentrista, es decir, que se basa en los hechos históricos ocurridos en Europa, y no toma en cuenta los vestigios encontrados en el continente asiático o americano, donde sí existe evidencia sólida de sucesos ocurridos en esas “fechas ficticias”.

Finalmente, es una teoría que ha logrado ganar fuerza gracias a lo llamativo de su nombre, y a la escasa evidencia que maneja, sin embargo, científicamente, no tiene validez alguna.

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